La presencia de Mario Suárez en el once del Atlético no implica necesariamente un triunfo de los rojiblancos. Por contra, sí hay una relación directa entre sus ausencias y las derrotas de los de Manzano. Cada vez que Mario se cae del equipo titular, los rojiblancos muerden el polvo. Es matemático. No falla.
Desde que comenzara la Liga, el centrocampista madrileño sólo se ha perdido cuatro encuentros. A saber, la visita europea a Údine -se saldó con 2-0 para los italianos-, el choque de La Catedral -el Athletic dio un repaso al Atlético (3-0)-, el duelo del Coliseum -el 4 estaba sancionado y el Getafe ganó jugando más de una hora con un hombre menos- y el derbi del pasado sábado en el Santiago Bernabéu, en el que Manzano apostó por el doble pivote formado por Gabi y Assunçao, dejando a Mario en el banquillo.
Las cuentas, así pues, son más que claras. Cero puntos de 12 posibles es el balance cuando el mediocentro no es de la partida.
Su trabajo, así las cosas, está dando fruto en el conjunto rojiblanco a pesar de haber sido criticado en ocasiones por la grada del Vicente Calderón, que le ha pitado y se le ha echado encima en momentos puntuales. Buena prueba de ello es que Manzano, siempre que ha estado disponible, le ha incluido en la lista de convocados, algo de lo que muy pocos futbolistas rojiblancos pueden presumir, ya que el técnico jienense ha tirado de rotaciones en buena parte de lo que va de temporada.
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